En un Café de la calle Lambaré, te encontré; raro ser. Te despedías de una cucaracha que se escapaba del amanecer. Te invité a tomarnos un café sin pensar en café. Te desvestiste sin cambiar de cara cuando en la viola te toque "Chiqué".
Y me di cuenta que a tus ojos los movía un giro extraño cuando te abracé en el baño y toda tu historia tremenda escuché. Me dijiste que no ibas a querer verme de nuevo. Que estás loca para el mundo, que ya nadie te comprende. Que en tu vida solamente hay lugar para el placer. No será que en tu delirio paranoico-suficiente te asusta que otro demente se le anime a tu querer.
En la vereda dibujaste un corazón con temblor de aerosol; para que pisen bien los peatones el vil recuerdo de nuestra pasión. Te invité a tomar otro café pero no te encontré. En tu lugar había una sombra oscura; de tu locura que me contagié.
Y me di cuenta que a mis ojos los movía un giro extraño cuando me miré en el baño y toda mi historia tremenda pensé. Y me dije que no iba a querer verte de nuevo. Que estoy loco para el mundo, que ya nadie me comprende. Que en mi vida solamente hay lugar para el placer. No será que en mi delirio paranoico-suficiente asusta que otra demente se le anime a mi querer.