Me llegará lentamente y me hallará distraĂdo probablemente dormido sobre un colchĂłn de laureles. Se instalará en el espejo, inevitable y serena y empezará su faena por los primeros bosquejos.
Con unas hebras de plata me pintará los cabellos y alguna lĂnea en el cuello que tapará la corbata. Aumentará mi codicia, mis mañas y mis antojos y me dará un par de anteojos para sufrir las noticias.
La vejez... está a la vuelta de cualquier esquina, allĂ, donde uno menos se imagina se nos presenta por primera vez. La vejez... es la más dura de las dictaduras, la grave ceremonia de clausura de lo que fue la juventud alguna vez.
Con admirable destreza, como el mejor artesano le irá quitando a mis manos toda su antigua firmeza y asesorando al galeno, me hará prohibir el cigarro porque dirán que el catarro viene ganando terreno.
Me inventará un par de excusas para amenguar la impotencia, ""que vale más la experiencia que pretensiones ilusas"", me llegará la bufanda, las zapatillas de paño y el reuma que año tras año aumentará su demanda.
La vejez... está a la vuelta de cualquier esquina, allĂ, donde uno menos se imagina se nos presenta por primera vez. La vejez... es la más dura de las dictaduras, la grave ceremonia de clausura de lo que fue la juventud alguna vez.
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