Vacías nuestras copas, pero llenas del ayer pasado que se burla desde el fondo del cristal haciendo más amargas nuestras vidas, cielo mío.
El mundo nos separa con su odio y su rencor no ves que sólo tengo los mendrugos de un dolor. No alcanza para un llanto la esperanza de lograr tu buen amor.
Si yo pudiera borrar las nubes de mi cielo. Si yo pudiera brindarme como ayer. Me aferraría, en el ocaso de mi vida, a tu cariño al viejo amor que no olvidé.