Bajo de un naranjo en flor te vide una mañanita, y al mirarte tan bonita hice como el picaflor, puse un beso en tu boquita, tucumana de mi amor. Sí, ¡ay!, bajo del naranjo en flor.
Desde que te conocí ni a mi madrecita quiero. Dicen que soy un matrero y naides me quiere a mí. Y yo todo lo tolero por estar cerca de ti. Sí, ¡ay!, desde que te conocí.
Te han dicho en una reunión de que yo no sé quererte, si quisieras convencerte aquí tenís mi facón, y hasta que me des la muerte clavado en mi corazón. Sí, ¡ay!, aquí tenís mi facón.