Por cierto su alma, bella mujer morena, se volvió loca cuando fue madre; pero él estuvo envejeciendo y anduvo por caminos en los que nunca pudo confirmar aquel amor.
Si el alma duele, el alma es la materia, la dolida materia de ser hombre. El alma brota como en la miseria del basural, la roja flor sin nombre.
Y el alma duele y sangra y es violencia de nacimiento de niño transido, pero otras veces es la transparencia, una razón de amor contra el olvido.
No la busques en sueños porque pisa la misma tierra que tu pie sostiene, y es misteriosa como una sonrisa que cuando estamos para el llanto viene.
El alma está en el cuerpo, es cuerpo vivo, es la sangre purísima en su arteria, el aceite de paz que da el olivo; si alma duele, el alma es la materia.
Se dice que lloraba y seguía hablando acerca de los locos y sus pensamientos. Pero lo cierto es que lo encontramos despierto, mirando al cielo, muerto boca arriba, claramente amanecido, a las seis de la mañana de esa noche… en otro sitio.
(Los textos en cursiva corresponden a partes recitadas, que pertenecen a Alfredo Zitarrosa)