Qué dicha tan singular y qué emoción se siente bailando un tango, cuando el que baila es un pierna y con calor se balancea al compás. Se siente por todo el cuerpo, sin cesar un voluptuoso mareo; con el balanceo me da un cosquilleo que no es posbile explicar.
El tango es cosa divina si se baila con pasión llena nuestra alma de gozo y nos inunda de amor.
Cuando me lleva mi china ¡qué placer al hacer la quebradita! Todo mi ser se conmueve, con ardor, en los brazos de mi bien. Y al hacer la media luna, no hay que hablar, se quedan entusiasmados. Somos aclamados los más afamados en el arte de compadriar. Este requiebro es de primera y no lo hace cualquiera. Este corte compadrón sólo es pa’ quien lo sabe hacer muy bien.