Señores, mucha atención, Escuchen por un momento Voy a leer un testamento Por demás original. El paisano juan lucero, Antes de estirar la pata, Quiere que toda su plata Se reparta por igual.
Como no tiene familia, Hermanos, tíos ni madre, Ni “perrito” que le ladre, Como se suele decir; Quiere que de su ganao, Su rancho, recao y pingo, No se haga dueño algún gringo, Cuando lo vea morir.
Diez ovejas y una chancha Le deja a doña severa, Una vieja curandera Que una ocasión lo curó; Tres chivos y dos carneros Se los deja a don nazario, Y al compadre belisario El pingo y un maniador.
El facón, las boleadoras, Las caronas y un talero Se las deja pal barbero Que en su vida lo afeitó; Tres limetas de ginebra Se las deja á josé larra, Con quien andando de farra, Más de una vez se mamó.
El tirador con diez libras Se lo deja a teodolinda, Que fue la china más linda Que siempre lo acompañó; Dos bolsas de “mais pisao” Y un kilo de charque seco, Se los deja a juan areco Pa’ que coma un buen locrón.
Un par de espuelas a lucio, Un poncho a juan talavera, Y el colchón y la catrera, A su padrino ramón; Y no habiendo ya más bienes Concluye su testamento, Y al morir muere contento, Dando un viva a su nación.