Una milonga francesa que conocí en El Garrón al compás de un tango reo cautivó mi corazón. Me engrupió de tal manera, tan bien me supo engañar que a la pobre milonguera tarde la pude olvidar.
Me hizo creer que me quería, mucho de mí se burló, hasta que, un maldito día, con un cafiolo piantó. Se enamoró locamente del canalla tiburón que la maltrataba siempre, sin ninguna compasión.
Empezaste a tratarte con bacanes, alternando con mishés y niños bien; recorriste los mejores restaurantes, haciendo la milonga de gran tren; te sonrió la fortuna alegremente, mucho vento le ganastes para él; enviciastes y rodastes pobremente, acabando en la miseria por ser cruel.
Sólo te queda el recuerdo de los giles que afanaste, del tipo que no fue lerdo en los tiempos que triunfaste; la coca te ha vuelto loca, tu amigo ya te piantó; pobre milonga francesa, la conocí en El Garrón.
Ya no sos la mujer que soñé un día transformaste una honesta midinette; ahora pagas todo el mal que vos me hacías siendo rea, pelandruna y virgoneta. Ya los hombres no te miran ni te quieren, ni encontrás un bacanazo pa' engrupir. Tus amigos te desprecian y te hieren para hacerte el rigor mejor sentir.