Ya la tarde se escondía junto al sol cuando fue que se encontraron, Juan Carmona en su azulejo, Cruz Maidana en su tobiano. La amistad de Juan Carmona no valió ni pa’ carne de cogote... Cruz Maidana lo rastreó hasta el fachinal, sin descansar, igual que un cimarrrón.
Sediento de rencor y de venganza levantó su mano mansa pa’ cobrarse la traición. Buscando con empuje de tormenta de saldar la sucia cuenta corazón por corazón. La noche parecía llorar sangre y el brillar de los cuchillos reflejó en el fachinal. Y el viento le rezó en su ronda fría a un paisano que moría abrazado a su bagual.
En su vida humilde y buena hubo un mojón que Cruz quiso con locura. Era rubia como el trigo, era linda y era pura. En su amor de campo abierto, luna y sol, le clavó un carancho guampa, ¡y que chica fue la pampa para aquel que le partió a Cruz el corazón!