Yo te evoco, sin querer, en un otoño gris pintado de neblina. Me alegrabas el ayer vivendo mi feliz estudiantina...
Como loco cascabel, tu risa de marfil cantaba en mi rutina... Y era tibio tu candor llenándome de amor en el abril...
Fue la vida, ya lo sé, la que borró mi historia breve...
Un final sin para qué, que se llevó tu paso leve...
Pero siempre, siempre es mío tu frío, y en los sueños que deslíes, te ríes, y en las copas de las mesas me besas, y en el alcohol regresas... Fue la vida, ya lo sé, la que pasó borrándome...
Y te evoco cada vez que escucho una canción o estoy soñando triste. Porque sé que aunque no estés, estás como un borrón de lo que fuiste...
Cada tango es un adiós, que me habla con tu voz de un tiempo que no existe... Y en el gris de la ciudad, me da su soledad tu corazón...