Anoche yo soñé con dos que ya se conocían y en la ocasión se reencontraron y se simpatían. Mariana y Leo, los dos cantantes tan sincopados tenían arritmia en sus corazones muy enamorados.
Soñé que Leo se quedó un momento sin composiciones – mirá – y que Mariana andaba fascinada y muda de canciones – fijate – Hicieron dúo de luna y búho, silencio hubo; sólo chistidos iban por el aire que hizo lo que pudo.
Y pudo tanto el sueño que yo tuve aquel día que hasta los vi dispuestos a instalarse en familía. Mariana y Leo, dos trovadores muy afinados, con disonancias formaron acordes muy bien enlazados.
Ella estaba sensual y dulce cual si fuera uva, él la miraba con un aire grave que sonaba a tuba. Cuando se amaban superponían las armonías, oxigenando con sus instrumentos toda la teoría.
Y pudo tanto el tono que tuvo ese sueño onírico que terminé por despertarme con un gesto tímbrico. Mariana y Leo se separaron, no sin vibrato, y retornaron a sus realidades, ambos en el acto.
Si algo demuestra esta historia – yo creo que nada – es que soñando todo ocurre como en cuentos de hadas. Mariana y Leo, el idilío se ha terminado, que sean felices, que sean felices...
Mariana y Leo, el idilío se ha terminado, que sean felices como en este sueño que les he cantado.