Viejos estĂșpidos e indiferentes, masas fabril de ricos e indigentes, pasto de cortar, que no sabe a donde va.
Somos fichas de un ajedrez siniestro, para apostar en pleno nuestros cuerpos, juego de poder, sembrar fuego por doquier.
Dos hombres de razĂłn, especie en extinciĂłn, ha muerto la conciencia, y solo queda el eco de la decepciĂłn.
Yo supe que se me acaba el tiempo, abre los ojos antes del abismo, que da lo mismo, tu sufrimiento, porque eres prisionero de tu egoismo.
No des la espalda al llanto de la gente que es lo que mata ser indiferente, no des la vuelta a la tormenta, porque al final serĂĄs quien pague la cuenta