He visto llorar al cielo mirando al Teleno En los ojos de la niña de Peña Fadiel Sonaban palabras cantadas con acento suevo Historia en la piedra, escalofrío en la piel
Bellido Dolfos juró lealtad a su reina Tierra de espada y pobreza, nobleza y pasión Las gentes siguen emigrando, el Duero permanece Zamora palpita en el corazón de León
Roma no paga traidores, Viriato enmudece La sombra de Martín Villa no tiene final El cáliz de Doña Urraca envenena el presente León agoniza bebiendo del Santo Grial
El cielo ya no obedece a la Virgen del Castro Resurge el dolor del pantano y sigue sin llover Que las campanas convoquen un nuevo concejo Alzad los pendones: Leoneses, rugid otra vez
Hijos de los Arribes del Duero de la provincia del Bierzo, de Aliste y Tierra del Pan Hijas de la Alberca y los Argüellos de las montañas al cielo, del Páramo a la ciudad
Gentes del oeste del infierno de un paraíso que fue un Reino, es la hora de pensar En ella, cuna de la democracia felina madre olvidada de Castilla y Portugal
En otra época Roma llevó las riquezas Siglos después derramaba su furia Almanzor La sangre astur resistió a los envites vikingos Astorga pudo ser la tumba de Napoleón
En los despachos dramáticos del siglo Xx Arrojan su Constitución: Divide y vencerás Juegan a reconquistarse y dibujan regiones Tiempos de sigla y dinero, élite inmoral
No habrá decreto que apague los fueros del pueblo Por los Campos Godos renace cada día el Sol La noche es oscura pero está llena de sueños La selva enmudece cuando despierta el león
Aunque dure la sequía otros quinientos años Y los libros oficiales no pidan perdón Facenderas clandestinas regarán la tierra Y brotará de entre los robles, madera de pendón
Y habrá un filandón en cada pueblo y los dedos del abuelo tocando el acordeón Ritmo de piel de panderetera 'dende Llubarca a Miranda, de ríu Navia a ríu Nalón'
Cantos de bodega y moliñeiras vaqueiradas tsacianiegas y el cepedano Bardón Un alma forjada en la trashumancia El pastor de la Sierra de Francia tiene en Babia el corazón
Del carbón, de la sangre del minero al otro extremo del Duero, del castellano al gallego Borda una anciana sanabresa y en las manos de la abuela nace el futuro pendón