Tomo para darle consuelo a mi pena, Para ir alejando angustias amargas. A ver si la vida, que sabe ser buena, Me acorta las horas tan tristes y largas. Tomo porque siento un secreto encanto Que vuelca en mi alma nuevas ilusiones Y emponcho de sombras dolor y traiciones Que me hizo una ingrata que yo quise tanto.
Sin embargo no puedo olvidarla, No puedo borrarla de mi corazón. Y la llevo, junto con mi pena, Como una condena, como maldición. Pobre vida la del peregrino Que por el camino va con su pesar Y no encuentra ni amparo, ni techo, Ni el amigo pecho, donde descansar.
Por eso es que tomo buscando el olvido, Porque en este fuego me quiero quemar. A mí me han contado, a quién he oído, Que tomando mucho se puede olvidar. Copa de amargura que bebo encantado Buscando en tu fondo placer y emoción, ¿por qué no me matas, ya que no has curado, Toda mi tristeza, todo mi dolor?