No he de decir tu nombre en este tango aunque sangren mis labios con tu nombre y todo me reproche que al callarlo ignores que te quiero más que entonces. He vuelto al parque hoy con mis tristezas, siempre el amor aquí... la vida sigue, setiembre regresó en las flores nuevas y no en tu dulce voz inconfundible.
Cada palabra tuya, cada gesto; cada palabra tuya vibra aún, aquéllas que dejabas con tus besos cuando aquí, en este banco, era lo nuestro un río de proyectos y de luz. Cada palabra tuya era la vida, era la lluvia cierta de tu amor: ya entrecierro los ojos para oírlas y verte una vez más aunque enseguida te pierdas en las brumas de otro adiós.
La soledad del parque se acentúa, es muy tarde y está cambiando el tiempo, recojo una ramita y con la punta dibujo tu perfil junto a un cantero. Lo borra ya la lluvia en un instante, un cielo gris ahonda mi nostalgia: no queda nadie aquí, no queda nadie, tampoco hay nadie, al fin, allá en mi casa.