La noche se despierta con aciagos cantos Amargos como blanca muerte En el cielo de mi enfermo paladar Con nubes de dolor que llenan los portales De adioses tristes Y el eterno abrazo de la soledad
Me perderé en un futuro incierto Donde quiera el viento En horizontes de delirio Triste sueño y desamor Y encontraré, aunque sea en El rojizo infierno La calma que escondían tu pelo y tu calor
Habrá más días grises llenos de lamentos Habrá desasosiego y miedo Y tardes donde no aparezca el sol Y para ti habrá dulces mañanas Remolinos de agua clara Y de vez en cuando un recuerdo Que te transporta donde estoy
Me perderé en un futuro incierto Donde quiera el viento En horizontes de delirio Triste sueño y desamor Y encontraré, aunque sea en El rojizo infierno La calma que escondían tu pelo y tu calor
Me cubriré con los vestidos que tejerá El olvido para que abrigue mi dolor Frío como atardecer de invierno Y en la quietud de los caminos que Calman los sentidos pensaré en cada canción Último alimento del recuerdo
Cada flor, que en mis manos se marchita Acompaña su perfume, previo del último adiós Con noches de cartón, con destierro y melodía Triste e incierta como el miedo Que descansa entre tu y yo
Mientras la luz se apaga igual Que lo hace el sol Me escondo en el refugio más incierto Y tristes me acompañan, faltos de tu amor Todos los recuerdos que me invento
Me cubriré con los vestidos que tejerá El olvido para que abrigue mi dolor Frío como atardecer de invierno Y en la quietud de los caminos Que calman los sentidos pensaré En cada canción Último alimento del recuerdo