Marielena. ¡Qué pena! Ambicionaba tanto las alhajas, las luces, los trajes de color. Que soñando, soñando, fue tan alto y tan lejos, tan lejos, tan rápido y tan lejos, que el sueño no creció.
(recitado) Quiso pescar su estrella, la encontró en un charquito, resbaló al agacharse, y se ahogaron las dos.
En Pompeya, hasta el aire, tiene un aire de tango y tuvo Marielena las cosas que buscó. Se compró un solapero, un pisito, un afiche y derramó el estío y enronqueció la voz.
Marielena, la triste, la de la historia triste, fue del barro a la gloria y de la sombra al sol. Cada vez que un recuerdo, sea sólo un recuerdo de invierno, las frases de tu tango, serán como un adiós.