Si cuando era niña la llamaban Tessa, sólo fue Teresa después que rodó. Si Tessa, la niña, se quedó sin llanto, por haber amado, ¡amalhaya! El amor.
¡Tessa! Mi pequeña Tessa. Ya no tienen fresa tus labios cansados, ni amar es amor. ¡Tessa! Mi pequeña Tessa. Qué rara tristeza, de muelle en el alba, me dice tu adiós.
Otra vez el cielo se vistió de otoño y otra vez Teresa se vistió de adiós. Por haber amado se quedó sin llanto, mi pequeña Tessa, que no tuvo amor.