Ayer cuando te vi tan altanera pasear con el que fuese mi rival, pensé en aquellas quince primaveras que dio más hermosura a tu mirar. Pero hoy no sos la misma que eras antes, la luz que hubo en tus ojos se apagó, tenés una amargura en tu semblante, que nadie ha de saberla como yo.
Y aunque me niegues que has sufrido yo bien sé que has vivido mil horas angustiosas y que en tu pecho se han quedado las dichas del pasado como marchitas rosas... Si por otro hombre me dejaste, no quiero reprocharte lo mal que me has querido. Vos sos mujer y te perdono que al fin con tu abandono me has hecho más feliz.
Yo soy como la abeja, libre vuelo y en pos de otro cariño mi alma va, pues cuando necesito algún consuelo hay otra que a mi vida se lo da. Y ya que fue tu gusto el despreciarme jamás nunca a tu lado volveré. Te pago como has sabido pagarme, y todo aquel pasado olvidaré.