¡oh! mujer, que te fuiste llevando La ilusión de unas horas felices, Por un tango de suaves matices Que al son de una orquesta Sonora, vibró... Yo que vi tu existencia alejada De las viles ruindades del fango, Hoy maldigo los sones del tango Que pudo inducirte a tan cruel acción.
No he de pedirte que vuelvas, Ni quiero que en tu abandono Sepas que hasta sin encono Te he sabido perdonar... Mas no por esa indulgencia De mi proceder te asombres, Porque yo soy de esos hombres Que se saben resignar.
Cuando sea de tu vida agotada Por el vicio fatal y traidor, Como enferma mendiga, mi amor, Vendrás implorando como caridad. Pero es tarde, no tienes remedio, Yo no puedo vivir sin quererte, Tú has cambiado mi plácida suerte Y, altivo, la muerte prefiero afrontar.
Te alejaste presurosa, Desoyendo, en las delicias De tus ardientes caricias, Emblema de paz y amor. Y hoy, que no siento tus besos De sentir enamorada, Como en tu vida pasada Los ayes de mi dolor.