Cuando vuelvo la mirada a lo pasado y me fijo que está todo diferente mil recuerdos se me agolpan en la mente y revivo aquellas horas del ayer. Lindos años que nos dieron la alegría de llenarnos de placeres y de encantos, alejando del alma los quebrantos para sentir tan sólo la gloria de un querer.
¡Quién tuviera dieciocho años y anduviera en las reuniones conquistando corazones con su porte juvenil! ¡Quién llegara a ser el mozo que en aquel tiempo pasado siempre fuera respetado por valiente y por gentil!
Ya no somos los muchachos bullangueros que vivíamos soñando en el mañana sin llegar a comprender la ilusión vana que era el ansia de ser hombre de una vez. Ya no somos de los tiempos que se fueron los muchachos parlanchines y andariegos, que entonando los versos de Carriego a más de una muchacha logramos conmover.
¡Quién tuviera dieciocho años y olvidase que en la vida hay penas que son heridas que matan en la vejez! ¡Qué lindo si uno pudiera volver sin ningún quebranto a disfrutar los encantos que nos diera la niñez!