Canturreando en el pescante de su carrito pintado va Saturnino Taborda, gritando a los cuatro vientos: ¡Hay pollo y gallinas gordas! Y casi a ras de la llanta escrito a pulso y prolijo, lleva un letrero que dice: "Soy soltero y no me aflijo." Así recorre el pollero las calles de mi arrabal.
¿De dónde viene? Nadie lo sabe. Si tuvo amores, ¿Quién lo sabrá? De sud a norte, de Hornos a Corrales, es otro grito de mi ciudad. Pero alguien dice que en una puerta del conventillo llegó una vez, y sin cobrarla dejó la yunta a la obrerita del cuarto diez. Al otro día, volvió de nuevo, pero temblando con pena vio que se llevaban a Margarita ya para siempre camino a Dios.
(recitado) Por eso, cuando las viejas ven a Taborda llegar, se juntan en el conventillo para poderlo bichar. Porque al llegar a esa puerta siempre lo ven solllozar.
Canturreando en el pescante de su carrito pintado, allá se pierde Taborda gritando a los cuatro vientos: ¡Hay pollo y gallinas gordas! Y al morir la tardecita, quién sabe, sufriendo el tranco, pensando en su Margarita sienta el amor en sus brazos. Hasta que algún barquinazo lo llama a la realidad.