De los golpes de la vida aprendí estas cuatro cosas, que hoy me atrevo a repartirlas sin vanidad ni rencor. Y hasta vos, muchacho loco, que la ves color de rosa, puede servirte de ejemplo este gris trasnochador. Yo que te sigo los pasos acodado en los estaños, tambaleando madrugadas con diez copas y algo mas. Te advierto que no es juguete manosear tus veinte años. La existencia es una rula, con cien números de engaño, que si entras a mandar fichas, como un hongo te secas.
Muchacho, si pudieras darte cuenta, como broncan los cuarenta, cuando encanece la testa, y entra a fallar el timón. Burros, timbas y quinielas, bailes, copas, damiselas, son placeres de ocasión. La vida, la vida del calavera es un frágil cigarrillo de traidoras espirales. Primero da fuego y brillo, después te encana los grillos hasta hacerte gritar, ¡madre! Madre, y corres a buscarla, y entre sus brazos caes. Pero si la has perdido, con el corazón vencido, decí muchacho, que hacés.
Vos dirás que la he vivido y de curda me lamento, yo no puedo reprocharte ya sos grande pa'elegir. Pero, al verte ya maduro, sin amor, hogar, ni vento, como avaro sobre el oro, cuando asume sueños muertos. y el dolor te arroje un cero, preparate pa'morir.