Todo, todo, todo te había dado, la ilusión que no alcanza, la canción de mi pasado...
Todo, todo, todo lo más mío para ahogar con esperanzas los rincones de tu hastío...
Nadie, nadie puede, nadie nunca darse tanto, tanto y tanto cuando un lirio se le trunca...
¡Nadie, nadie puede, y sin embargo, en la cruz de tu letargo te di mi amor!
Y así el amor, copa de luz llena de alcohol, llena de azul vino otra vez con sus canciones para llenarnos de ilusiones... Y así el amor, flor de algodón, vino a cantar para los dos y todo fue dar en un día todo, todo el corazón...
Pero vino un día la novela a mostrarme los anhelos de mi vida aventurera. Y sabiendo acaso mis mentiras ocultaste tus desvelos en el gris de una sonrisa... Sé que nadie puede, nadie nunca darse tanto, tanto y tanto cuando un lirio se le trunca... ¡Sé que nadie puede, y sin embargo, tu me estabas esperando cuando volví!