Bailando el Tango en Buenos Aires, bailá desconocida de un lejano país, es la ciudad que sueña el Tango al dormir y en este tango me ha soñado con vos.
Después tu nombre entre mis labios pondrás, Ingrid, Giulietta, Sally, Lupe o Brigitte, con la elegancia de su corte mejor late a tus pies mi corazón.
Bailar el Tango es dar el alma al bailar, cuando la orquesta es como un pulso interior, la multitud se pone íntima y va bailando en éxtasis igual que los dos.
Bailando el Tango en Buenos Aires así, un paso y dos y tres, la pausa y seguir del Bajo a Ezeiza y en la aduana bailar sin recordar que has de partir.
Je t'aime, Ti amo, I love you, Ich liebe dich, te amo, ¡te amo!
Bailá este tango que al bailar hace florecer los cinco sentidos. Qué ensimismada y linda vas, sí, qué linda estás recostada en mí. Cuando muy lejos te encontrés, mimo bailarín, por dentro yo te abrazaré.
Bailando el Tango en Buenos Aires, bailá desconocida de un lejano país, entrá al abrazo del que nunca saldrás, con su compás que se copió del vivir.
En nuestro abrazo ha de bailar otra vez la yunta criolla que hace un siglo engendró el primer tango en gracia sacramental de Eva y Adán del arrabal.
Bailar el Tango es un hipnótico andar, siendo uno el otro en un instante y, al fin, espiritualizadamente bailar sobre el pañuelo del adiós al partir.
Bailando el Tango en Buenos Aires así, un paso y dos y tres, la vida bailás, la vida misma, un tango amargo y feliz sabio en amor y despedidas.