La ciudad de Cofralande es rebuena pa’ los pobres, allá no se gasta un cobre, los comercios son de balde.
Es cosa muy admirable, los vivientes bien lo dicen. Por hambre naide se aflige ni ’nque la quieran pasar y pa’l que quiera fumar hay cigarros de tabique.
Hay un estero de vino que atraviesa la ciudad y son de harina tostá’ los arenales que vimos.
Los que pasan por caminos dicen: aquí está lo bueno y se atracan sin recelo del poder que los alima. Agarran vino y harina y se ponen a hacer pijuelos.
Río de aguardiente habrá porque allí no habitan truchas hay un gorrito de azúcar a’onde pegan la topá’a.
Y más abajito habrá ponche bien alcanfora’o y azúcar bien sazona’o todo este licor se junta, a’onde se clavan de punta todos los aficiona’os.
Aquí va la despedida y la ciudad tiene su honor, las tejas de sopaipilla los ladrillos alfajor.