La nieve caía cubriendo el suelo la nieve iba cubriendo la nieve y salí del caserío en medio de la nevada, drazz, drazz Así me perdí entre la nieve drazz drazz seguí adelante. Y la vuelta, ya sin caminos, se me hizo tan fría y callada como la propia nieve y me asusté y estaba oscureciendo y mara mara seguía cayendo. Gruesa abundante sin piedad drazz drazz Y de repente me cayó en la cara un montón de nieve de una rama movida por dos cuervos. Me levanté como pude y lo que hasta entonces había sido mío ya no lo era, ni el balón de futbol ni la espada de madera hecha por el abuelo ni el sol. Todo me parecía tan blanco y sin sentido como la propia nieve. Cuando la abuela me encontró me llevó a casa, y me puso junto a la chimenea para quitarme las ropas mojadas y mientras me secaba con la toalla, estando desnudo, pronunció la palabra elurmina* (*dolor producido por el contraste del frío intenso al calor) allí, al calor. Y yo, que estaba aprendiendo a hablar repetí elurmina dos o tres veces. Aquél día lloré y no ocurrió nada más.