Corren buenos tiempos, buenos tiempos para la bandada de los que se amoldan a todo con tal que no les falte de nada. Tiempos fabulosos, fabulosos para sacar tajada de desastres consentidos y catástrofes provocadas. Tiempos como nunca para la chapuza, el crimen impune y la caza de brujas. Corren buenos tiempos, buenos tiempos para equilibristas, para prestidigitadores y para sadomasoquistas. Y silenciosa la mayoría, aguantando el chaparrón al pie de un cañón de papel maché, come el pan nuestro de cada día con un culo así contra la pared. Llorando en el mar viéndolas venir, viéndolas pasar, pasar, pasar. Corren buenos tiempos, buenos tiempos para esos caballeros locos por salvarnos la vida a costa de cortarnos el cuello. Tiempos fabulosos fabulosos para plañideras, charlatanes visionarios y vírgenes milagreras. Tiempos como nunca para echarle morro o sacar coraje y pedir socorro. Corren buenos tiempos, buenos tiempos preferentemente para los de toda la vida para los mismos de siempre. Para los mismos de siempre. Siempre. Siempre.