Era tan pobre que no tenĂa más que dinero besos de sobre de herencia de su padre naviero. Anfetaminas y alcohol, desayuno Miss Onassis, pobre Cristina, que al fin logrĂł quedarse en el chasis.
Solo yo se que dice la pura verdad cuando jura que toda su fortuna darĂa por echarse un noviete aburrido y formal por entrar de oficiala en una peluquerĂa.
Cris…, Cris…, Cristina suspira y fantasea con que la piropea un albañil Cris…, Cris…, Cristina que un botones vea si le puede conseguir pastillas para dormir.
De la isla de Scorpios en yate a New York del gran baile de Mónaco a cenar al Maxim’s. Guardaespaldas armados la sacan del Rolls un amante alquilado le calienta la suite.
Cris…, Cris…, Cristina dirige una oficina sentada en la piscina de incosol Cris…, Cris…, Cristina aunque se derrita empapadita de sudor no se quita el albornoz.
Mil y un tipejos las flechas del amor le disparan sĂłlo el espejo le escupe la verdad a la cara. Nadie le advierte que al cielo no se va en Limusina que mala suerte que no acepte la muerte propina.
Vale más ser la hija de fulano de tal que la niña mimada de los ojos de ari pesa tanto la sombra de papá superman mĂralo en esa foto organizando un safari.
Cris…, Cris…, Cristina suspira y fantasea con que la piropea un albañil Cris…, Cris…, Cristina que un botones vea si le puede conseguir pastillas para dormir. Cris…, Cris…, Cristina dirige una oficina sentada en la piscina de incosol Cris…, Cris…, Cristina aunque se derrita perfumada de sudor no se quita el albornoz.