Entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre, muñeca. Con tu sucia camisa y, en lugar de sonrisa, una especie de mueca. ¿Cómo no imaginarte, cómo no recordarte hace apenas dos años? Cuando eras la princesa de la boca de fresa, cuando tenías aún esa forma de hacerme daño. Ahora es demasiado tarde, princesa. Búscate otro perro que te ladre, princesa. Maldito sea el gurú que levantó entre tú y yo un silencio oscuro, del que ya sólo sales para decirme, "vale, déjame veinte duros". Ya no te tengo miedo nena, pero no puedo seguirte en tu viaje. Cúantas veces hubiera dado la vida entera porque tú me pidieras llevarte el equipaje. Ahora es demasiado tarde, princesa... Tú que sembraste en todas las islas de la moda las flores de tu gracia, ¿cómo no ibas a verte envuelta en una muerte con asalto a farmacia? ¿Con qué ley condenarte si somos juez y parte todos de tus andanzas? Sigue con tus movidas, pero no pidas que me pase la vida pagándote fianzas. Ahora es demasiado tarde, princesa Búscate otro perro que te ladre, princesa