En los carteles han puesto un nombre que no lo quiero mirar: “Francisco Alegre, y olé, Francisco Alegre, y olá”. La gente dice: “vivan los hombres, cuando lo ven torear, yo estoy rezando por él con la boquita cerrada.
Desde la arena me dice: “niña morena, ¿por qué me lloras, carita de emperadora? Dame tu risa, mujer, que soy torero andaluz y llevo al cuello la cruz de Jesús que me diste tú”.
Francisco Alegre, corazón mío, tiende su capa sobre la arena del redondel; Francisco alegre tiene un vestido con un te quiero que entre suspiros yo le bordé.
Torito bravo, no me lo mires de esa manera, deja que adorne tus rizos negros con su montera, torito noble, ten compasión, que entre bordados, lleva encerrado, Francisco Alegre, y olé, mi corazón.
En mi ventana tengo un letrero para que lo venga a mirar Francisco Alegre y olé, Francisco Alegre y olá, en el que dice cuanto te quiero, pero que pena me da, por culpa de otro querer no nos podemos casar.
Desde la arena me dice: “Niña morena, ¿quién te enamora, carita de emperadora? ¿Ya no te acuerdas, mujer, de este torero andaluz que lleva al cuello la cruz de Jesús, que le diste tú?
Francisco Alegre, corazón mío, tiende su capa sobre la arena del redondel; Francisco Alegre tiene un vestido con un “te quiero” que entre suspiros yo le bordé.
Torito bravo, no me lo mires de esa manera, deja que adorne tus rizos negros con su montera, torito noble, ten compasión, que entre bordados, lleva encerrado, Francisco Alegre, y olé, mi corazón.