Tengo una canción que es un arma en las manos de un niño ¡toma! Tengo que tocarla y me he roto las manos abriéndome a puñetazos el camino.
Y la audiencia espera si no una voz, al menos un eco, un rechinar de dientes, qué importa si oigo reír al payaso mientras caigo del trapecio, pagaré el precio complaciente. Y el cliente siempre tiene la razón, si pa el demonio mi alma pues para ti mi corazón, servidor. Hey, mister Tambourine, que no se acabe el baile, ojos de vidrio, sol de aluminio, tuya la sangre de mi nariz. No es ir de divo en busca de un mal pico, a ver si es solo que me gusta porque sí, que me gusta como a ti.
Y la audiencia espera si no una voz, al menos un eco, un rechinar de dientes, qué importa si oigo reír al payaso mientras caigo del trapecio, pagaré el precio complaciente. Y el cliente siempre tiene la razón, si pa el demonio mi alma pues para ti mi corazón, servidor. Hey, mister Tambourine, que no se acabe el baile, ojos de vidrio, sol de aluminio, tuya la sangre de mi nariz. No es ir de divo en busca de un mal pico, a ver si es solo que me gusta porque sí, que me gusta como a ti.
Y el cliente siempre tiene la razón, si pa el demonio mi alma pues para ti mi corazón, servidor.