Si aceptáis otorgarme lo que os suplico, nunca, ni vos ni cualquier otro ser humano, volveréis a verme. Me estableceré en las enormes tierras deshabitadas de América del Sur. ("Frankenstein", de Mary Shelley - cap. XVII)
Entre el horror y el espanto hago de mi grito un canto:
Mi drama es no tener madre y ser engendro de un padre que ahora reniega de mí, y aunque sin nacer nací sin tener siquiera un nombre soy sólo un remedo de hombre, un muñeco desdichado, y si fui galvanizado por mi padre Frankenstein, en tangótico vaivén, hoy lo que más me subleva es ser un Adán sin Eva, tener prohibido el nosotros y ver amarse a los otros. ¡Ver cómo comen perdices y yo con mis cicatrices! Es por mi figura horrible que nunca seré querible; y hago de mi grito un canto entre el horror y el espanto: