Hay un antiguo proverbio japonés Que dice que cada persona tiene tres caras La primera es la que muestras al mundo La segunda la que dejas ver a tus amigos, a tu familia o a tu pareja Y la tercera, la cara que jamás muestras a nadie Y la que refleja más fielmente quién eres en realidad
Se llama: Las tres máscaras japonesas Y lo cierto es que no sé si verdaderamente Es un antiguo proverbio o solo otro rumor de Internet Pero yo creo que tiene mucho sentido
El ser humano es un tremendo fan de la primera máscara Y vivimos sin duda en la época dorada para hacer alarde de ella Somos adictos a la mejor foto, el mejor ángulo El filtro que nos haga vernos más jóvenes La frase más profunda
Estamos enganchados las 24 horas Buscando impresionar y sentirnos aceptados Por miles de desconocidos que no nos importan Quizá para no sentirnos solos Para nuestro propio beneficio, por miedo Para sentir que formamos parte de algo No sé
La segunda máscara es un poco más complicada En parte, somos nosotros mismos, por supuesto Fingir alguien que no somos, todo el día Con todas las personas que nos cruzamos Resultaría totalmente imposible
Sin embargo Tan solo un porcentaje de nuestro yo real pasa ese filtro Suficiente para encajar en la sociedad, para conservar la cordura Y para que las personas que nos importan Y el mundo que nos rodea No piense que estamos completamente locos
Y la tercera Esa versión de ti mismo que solamente tú conoces No creo que necesito explicación, ¿verdad? Esas cosas que pensamos, pero no decimos
Esas que hacemos en la intimidad o cuando nadie puede vernos Las que escondemos en lugares secretos Donde nadie pueda encontrarlas o las que guardamos con contraseña Esas cosas que, sin duda, haríamos si no existieran las leyes
Porque hasta el alma más pura Tiene guardados con llave asquerosos secretos Y ni tú ni yo somos una excepción Somos como un ostentoso y majestuoso rascacielos Erigido sobre cimientos de papel
He aquí al animal más hipócrita de la faz de la Tierra El único que tiene el don de comprender de dónde viene Pero que no tiene el valor suficiente para enfrentarse a ello
No sé de qué me sorprendo, si a fin de cuentas Solo somos pobres monos En busca de nuestro próximo chute de placer y felicidad No somos más que pobres esclavos A merced de lo que nos dicte la química