Las noches de los viernes y el cuartito De la terraza de una casa sin patrón Abrigaban lágrimas y sueños Y una viola vomitando un rock and roll.
Edad de fuego, implacables diecisiete. Las esquinas guardaban nuestra voz. Luna de núñez, tus puñales plateados Dejaron huellas que el tiempo no borró.
La calle sangraba con la historia Y, entre tanguito, king crimson y león, Llenábamos de música y palabras Lo que sabíamos y lo que no. El misterio de un perfume que empezaba A tomar brillo y calor en nuestra piel, Un beso torpe, un zaguán en las penumbras Y el ladrido de un perro en el andén.
Pibe de pan, me escribías tus poemas En servilletas de mesas de café. Por distintos caminos fue la vida, Tus ojos tristes nunca más los encontré.
Las heridas que en la carne me dejaron Aquellos días de nacer a la pasión Saben que vos encendiste el primer fuego, Me inauguraste a la muerte y al amor.
(2° premio festival sadaic de tangos inéditos 1998)