Sigue durmiendo, que no quiero que me veas
escupiendo los flecos de tu falda otra vez,
que encontré por los bares y me los metà a pares
entre el hueso y la piel,
sueña despacio con mi palacio,
que es el paraÃso en que piso aunque sea un mojón
con tu nombre escrito por los rinconcitos
de su corazón,
cuando despiertes caerás conmigo en el barrizal,
y entre hormigones me verás, entre lunas de alquitrán,
entre sus pezones tiesos,
con las persianas levantás, que a la puta oscuridad
le sobran besos,
si estás cansada yo te vigilo las hadas
que se van en manada con un trote cabrón
a lo alto de un cerro
para vez el entierro de la imaginación,
sigue roncando y, de vez en cuando, afloja correa
que veas que yo sigo aquÃ,
de mala ralea, siempre de berrea, queriendo gemir,
cuando despiertes estaré con los charcos en los pies,
y entre hormigones me verás, entre lunas de alquitrán,
entre sus pezones tiesos,
con las persianas levantás, que a la puta oscuriad
le sobran besos,
aquà estaré, esperando a que pises
todas las mañanas grises y las tardes tuertas,
aquÃ, de pie, quejÃo de la acera,
el martillo para espejos de no ver,
querrás saber de tantos manantiales
que en mi boca desembocan como lava hambrienta,
le contaré que nunca fui un poeta,
para las arrugas viejas soy José.
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