¿Por qué habiendo tanta luz, hay gente en la oscuridad?, ¿por qué hay tanto dolor habiendo tanta bondad?
La riqueza, los proyectos, los recursos, la luz no son un bien en común. Aquí estamos bien mimados y hay muchos cuerpos minados. ¿Por qué cuesta compartir? Da miedo la austeridad; tanto tener y tener, tanto tirar y tirar...
¿Por qué habiendo tanta luz...
Y esto no es un culebrón de tele, y ¡a llorar!, que es un paisaje fatal. Qué bien viven los que bien, pero qué mal los que mal. En cada zona hay un Sur, algo a punto de estallar. ¿Por qué es tan insolidario el sueño del bienestar?
¿Por qué habiendo tanta luz...
Y queremos arreglarlo con más parches y con “telecaridad”, con despilfarro con lágrimas que adormece el actuar (¡ay, qué penita, qué penita me da!).
Y, además de nuestras cosas, nuestro estilo va a cambiar: austeridad divertida y más solidaridad.
Y por qué no disfrutamos de Monfragüe, no tanto ir a Nueva York; y en casa cien mil productos, con lo que limpia el jabón (¡lagarto, lagarto!).
Charlas, risas, juegos, cuentos y no más televisión. Para qué buscar caviar con lo guay que está morcón.