Suena la alarma -buen día- ya es tarde: El diario, la pava, la radio que talla el silencio y despacio, preparo la cara que voy a lucir
Me lleva el walkman, me empujo a la calle me aturde el volumen. Ni sé lo que escucho el bondi que aúlla (el doble de lleno) a la hora en que cada cual carga también con su cruz.
Buen día silla. Buen día oficina. A ver cómo hago hoy para creerme los pesos que gano callando los nervios de los que nos ponen precio.
A ver quien lleva mejor los grilletes gastando el sueldito en camisas de jefe para que el ascensor, por Dios! no refleje los cuellos hinchados de tantos sapos adentro.
Cuál será el plato del día? Cuál será el plato del día? Cuál será el plato del día? Cuál... será el plato del día? (nuestra única esperanza)
La hora del almuerzo en el bar de la vuelta (las caras de siempre) "áSalud a la Barra!" Se sienta el de enfrente en mi mesa y le doy esta cuchara para que cure estas ampollitas de mi alma, y sin que nadie le pida escupe su confesión de mártir: "Sabés lo que es que tus lágrimas peguen tu cara de espanto a los azulejos. Vestirse y salir corriendo al hospital para ver morir a tu hijo en brazos de la mujer que odiás? áEso es sufrir!"
Me queda el lastre hasta la hora de cierre remando me vuelvo de noche a casita. Saltando de corcho en corcho a ver si hay otra forma de dormirse.
Los platos del martes. la tele a los gritos. Las plantas se ahogan. El baño se traba. El vino se entibia. El hielo me dice "Mañana será otro día."