Absurdo como mi mano agarrando la pluma que enreda el papel que al fin será la basura. Que cada noche y cada día, cada charca y cada ría, cada hombre que se fía del amor y la alegría no es más que filosofía que es cuento de antitragedia para salvar la agonía y el miedo entre los malos ratos.
Yo soy el Sol, el que riega tus jardines de luces sin desencatos, el que pasa los inviernos en la soledad amarga abrazado a mi letargo, el que se lleva la escarcha y desmorona los charcos.
Abstracto como la imagen que explica una idea que ya pereció, que lleva tu sepultura. Cada mirada y cada prisma, cada impulso hacia la cima, cada mundo que se resigna ante su ser y ante su herida no son más que un sentimiento que pasarán como arrieros por un mar sin calma, por un río sin barca en la tempestad de mi travesura.
Yo soy el Sol, el que riega tus jardines de luces sin desencatos, el que pasa los inviernos en la soledad amarga abrazado a mi letargo, el que se lleva la escarcha y desmorona los charcos, quien se lleva los lamentos, quien calienta los lagartos, el que alumbra tus eventos y el que te quema descalzo.