Esperare impaciente la llegada de otro tren cargado de palabras hacia media noche, y esta vez, con la atención de un centinela por primera vez, tengo una patria, tengo una bandera. Quemé todas mis naves justo cuando iba a partir, vendí las pieles de los osos que jamás cacé, y ahora abrígame, no con la lealtad de un mercenario, Anúnciate, yo solicito tus servicios a diario. Vivo en un escenario del tamaño de dos lunas, voy cuesta abajo por tu cuerpo y ya no tengo cura. Soy músico de guardia desde la cuna a la tumba, plantado como una farola al norte, al norte de mis dudas Prefiero la seguridad que da lo incierto saber que el tiempo no será jamas mi amigo, y no me fío de los que a pecho descubierto me vacilan con una lista de consejos aprendidos. Me haré socio del viento, y digo yo que me irá bien, es más sincero cuando no hay contrato que firmar. Y allí te espero, en el momento en que la pluma conoce al papel en el instante en que mis frases me desnudan. Vivo en un escenario del tamaño de dos lunas.