Una espina que lastima, justo en medio de la herida. Latigazo en pleno rostro que hace un surco de dolor. Eso fueron tus palabras, tus palabras tan amargas, que hasta el alma me llegaron a romper mi corazón. Me has herido y me han dolido tus palabras sin sentido, no merezco tu desprecio, tanta infamia, tanto mal. Mi pecado más terribles fue adorarte y no faltarte, darme entero, sin medida, por amor y nada más...
Tus palabras... más filosas que una daga en mi pecho están clavadas y me duelen más y más. Tus palabras... me condenan al cilicio de vivir en un suplicio siempre eterno por tu amor. Tus palabras... esa noche demostraron que en tu pecho se olvidaron de ponerte un corazón.
Yo quisiera rebelarme de tus carnes de azucena, pero inútil, es más fuerte y no te olvida el corazón. Si en tus labios, labios rojos, y en el fondo de tus ojos he leído la novela más ardiente del amor... Me han golpeado tus palabras y tan honda es esta herida, que mi vida se desangra por la cruz de tu impiedad. Aún te llamo enloquecido y a tu boca que lastima yo daría hasta la vida por besarla una vez más.