El calabozo tiene una magia antigua, pero la nuestra es mucho más vieja. Sólo ella nos puede salvar.
Si tú eres mi enemigo la casa estará cerrada, alto muro de silencio en las puertas y ventanas.
Si a muerte vienes doblando te cruzarán mis amigos con la vara de la rosa crecida junto conmigo.
Si estoy dormido en mi casa alguien me cuida el naranjo. No quieran saber la cara ni el relámpago del brazo del que vigila en mi casa cuando en mis sueños trabajo. Tiene millones de caras, tiene años el relámpago.
Mi casa parece nada vista de afuera. El patio sube callado por las higueras.
Las sombras llevan un grillo como de arma, desde la higuera misma llevan su carga.
Si te sientes mi enemigo es mejor que vayas lejos con tu fuego de locura. Rosas de vara pura, violas de viejo amigo te acechan desde los vientos.
Nadie ha podido quemarme por más que intenten hacerlo. El viento apaga las llamas antes que lleguen a incendio.
Y si algún día cayera por esas cosas que pasan quedará en pie lo que nombro, me sobrevive la casa.