Debió nacer como la Torre de Babel, con ese espíritu en la piel, cosmopolita y liberal, acogedora y residual. Le gusta el bridge, habla en francés y habla en inglés, mezcla el lunfardo con el "yes", y tiene un swing "tres bien" París, ama a Los Beatles y a Bee Gees, pero no moja sus pies en el Sena ni en el Rhin, el Riachuelo es su guardián para mal de su nariz. Ella adora Saint Tropez, Punta Lara es un pastel que no puede masticar su prótesis de marfil. ¡Ah, Buenos Aires, dulce morena!, deja escurrir tu quimera y vuelve a tu luna llena, a tu barrio y a tu "spleen", que no hay otro sol más lindo que en Palermo los domingos cuando empieza a atardecer, y hueles tanto a mujer. Bien pudo ser culpa de aquella inmigración que traje Europa en su eclosión, esa angustia de comprar Chanel o Madame Rochas. O pudo ser nuestra conquista castellana que trajo augustas toledanas con su costumbre de mirar allende siempre del mar. ¡Ay Buenos Aires, dulce morena! deja escurrir tu quimera y vuelve a tu luna llena, a tu barrio y a tu "spleen", que no hay otro sol más lindo que en Palermo los domingos cuando empieza a atardecer, y hueles tanto a mujer. ¡Ay Buenos Aires, dulce morena!, vuelve que te amo así