Observarte no es esfuerzo pasos desnudos esquivan la luz mano y lengua que no paran resbalan por toda su longitud. Con la suavidad de tus caricias distancia precisa para la exhibición la insolencia de tu boca entreabierta es un guiño intermitente a mi respiración.
Dame otra vez tu espalda felina expuesta a modo de invitació n separa las nalgas con ambas manos que arda la carne en plena erección. Cuanta presión en la corriente que asciende cálido fluido que quiere arrancar desde muy abajo llega como un grito la garganta codiciosa lo espera llegar.