Escucha amada mia, la voz de mis cantares; que brotan de mi lira, cual desolados son; malevola tu ausencia, teniendo mil azahares; enferma tengo el alma y herido el corazón.
Ya para mi las aves, no cantan sus amores; ni vierte su perfume la aurora matinal; y el timido arroyuelo, que ebulle entre las flores; tu rostro peregrino refleja en su cristal.
Que triste amada mía los dias amanecen; que lentas son las horas, que estoy lejos de ti; para calmar las dudas que tormentosas crecen; acuerdate Hermelinda, acuerdate de mi.
Para calmar las dudas que tormentosas crecen; acuerdate Hermelinda, acuerdate de mi.
(GUITARRAZA)
Seré tu fiel amante que solitario llore; al recordar las horas de dicha y de placer; bañada con mis lagrimas tu frente encantadora; tus ojos dos luceros fijados hacia mi.
Bañada con mis lagrimas tu frente encantadora; tus ojos dos luceros fijados hacia mi.