¿Qué tendrá esta zamba que figura siempre en cualquier antología de la canción argentina? Jorge Chagra y Nicolás Toledo hicieron de este poco garboso animal, un símbolo de cómo se puede encontrar la belleza, hasta en la apariencia menos agraciada. Y este simbolismo ha dado pie a numerosas interpretaciones, pues ¿no es este singular batracio de ridícula prestancia un símbolo de todos aquellos con los que la Naturaleza no se ha mostrado muy espléndida, pero que tienen bajo su fealdad corporal un alma de singular belleza? Sin que falte la atinada observación sociológica de que ese sapo puede simbolizar a toda una raza o a un pueblo. Y en unos versos cargados de imágenes muy expresivas, como no quedarse -sintaxis aparte- con esa metáfora de "la luna es fría/ porque dió su sangre para las estrellas", que es una de las más logradas del cancionero. Como en cualquiera de los grandes temas tradicionales, busque, compare y si encuentra algo mejor me lo dice, porque yo mientras tanto escucharé a Los Chalchaleros.
Sapo de la noche, sapo cancionero, que vives soñando junto a tu laguna. Tenor de los charcos, grotesco trovero, estás embrujado de amor por la luna.
Yo sé de tu vida sin gloria ninguna; sé de las tragedias de tu alma inquieta. Y esa tu locura de amor a la luna es locura eterna de todo poeta.
Sapo cancionero: canta tu canción, que la vida es triste, si no la vivimos con una ilusión.
Tú te sabes feo, feo y contrahecho; por eso de día tu fealdad ocultas y de noche cantas tu melancolía y suena tu canto como letanía.
Repican tus voces en franca porfía; tus coplas son vanas como son tan bellas. ¿No sabes, acaso, que la luna es fría, porque dió su sangre para las estrellas?
Sapo cancionero: canta tu canción, que la vida es triste, si no la vivimos con una ilusión.