Era un malevo buen mozo de melena recortada; las minas le cortejaban pero él las trataba mal. Era altivo y le llamaban el Taita del Arrabal.
Pero un día la milonga lo arrastró para perderlo: usó corbatita y cuello, se emborrachó con pernot, y hasta el tango arrabalero a la francesa bailó.
La linda vida antigua por otra abandonó y cuando acordarse quiso perdido se encontró.
Pobre Taita, muchas noches, bien dopado de morfina, atorraba en una esquina campaniao por un botón.
Y el que antes daba envidia ahora daba compasión.
Hasta que al salir de un baile, después de una champagnada, la mujer que acompañaba con un taura se encontró. Relucieron los bufosos y el pobre Taita cayó.
Y así, una noche oscura, tuvo un triste final aquel a quien le llamaban el Taita del Arrabal.