Siento un hilo profundo
que atraviesa el espacio
-de tiempo en tiempo llega
despacio-.
Siento olor de llanuras
llenas de peregrinos
-la llanura se llama
camino-.
Siento de pronto el gusto
de un raro mineral,
me siento a veces hombre
y muchas animal.
Se confunde el deseo
de calentar la piel
con rugidos lejanos
que recuerdan mujer.
Y en una playa angosta caen del cielo
estas reminiscencias de veneno.
Yo no sĂ©, pero hay dĂas sin reposo
que lo que tenga cerca lo destrozo
muy primitivamente, casi salvajemente,
con odio, con desprecio, con rencor,
con palabras hirientes, con garras y con dientes,
con rabia, con violencia, con horror.
Le he cantado a la muerte
como nadie con vida,
mas yo dijera siempre:
querida.
Junto a cada palabra
hay cuerpos de millones
y los maté yo mismo:
perdonen.
A veces se me olvida
que mato por vivir
y olvido los entierros
y no quiero dormir.
El dĂa que me acusen
no me defenderé:
esta culpa es muy vieja,
de todos la heredé.
Y en una playa angosta caen del cielo
estas reminiscencias de veneno.
Yo no sĂ©, pero hay dĂas sin reposo
que lo que tenga cerca lo destrozo
muy primitivamente, casi salvajemente,
con odio, con desprecio, con rencor,
con palabras hirientes, con garras y con dientes,
con rabia, con violencia, con horror.