Esta noche poblada de estrellas, mientras te hallas tranquila dormida, yo he venido a turbarte mi vida, porque te amo con loca pasión. Y he venido a decirte mis ansias porque lejos de ti sufro tanto, que no encuentro en mi amargo quebranto que consuele mi grande aflicción.
¡Yo no sé qué me has hecho, alma mía, que no puedo vivir sin tu amor! ¡Y que paso muy triste los días, sollozando de angustia y dolor. Y estoy solo, sufriendo las penas que me condenan tanto a sufrir, mientras vivo pensando que me amas y que me llamas con frenesí...
¡Si quisiseran mirarme tus ojos con la misma pasión que te miro, bien sabrías que en cada suspiro mi cariño se acerca hasta ti! ¡Y si tu alma llegara a la mía, y me viera postrado de hinojos, me darían, amada, tus ojos el cariño que a darte aprendí!