Cuando pasó muy cerquita de mí me cautivó su boca carmesí; y al resplandor de su suave mirar, un puro amor yo sentí despertar. Porque al sentir esa ardiente emoción, mi corazón aumentó su latir, y me quedé como un lirio sin flor lo que se fue tras de su alma, mi amor.
Chilena que a mi vida penando la has dejado, porque a otro has mirado de amor enternecida. No me quites la calma con un gran desencanto porque, entonces, de llanto se moriría mi alma. ¡Vení mi chilenita al rancho de totora verás como te adora mi tierno corazón!
En el calor de mi rancho tendrás un corazón que te sepa adorar. Y has de sentir a mi lado el placer que da el vivir al que sabe querer, si tu pasión me llegara a faltar iba a quedar como un sauce llorón. Porque sin ti, chilenita, mi ser de padecer sé que se ha de morir.